La catadura de un político se ve por sus hechos y aquí en nuestro bendito pueblo parece que eso no va con ellos. Aquí impera la norma de donde dije digo digo Diego, cosa muy normal entre gente que van dando bandazos sin tener una idea fija y una meta a la vista.
Me vengo a referir al hecho del nombre que le han colocado a nuestro teatro. Si, digo nuestro teatro, porque es del pueblo por mucho que ciertos mecanicuchos reconvertidos, cabreros, blogueros del tres al cuarto y desgarbadas mandamases les salga del arco del triunfo.
¿Es que en este pueblo no hay personas con méritos para ponerles su nombre?.
Puerta del Andévalo, me suena a ciudad amurallada, a hotel de no se cuantas estrellas, a ... tonterias.
Tanto Diego como Lucas, tanto monta, monta tanto, son personas con reconocimiento como para que sus nombres engrandezcan a nuestro teatro,como para que vengan politicuchos baratos, equipos de desgobiernos donde prima salvar el culo antes que contentar a su ciudadanía. Bazofia.
Bien es cierto que ponerle el nombre de Lucas Macias Navarro estaba más que complicado, no por sus méritos; bien hubiera venido estampar el nombre de Diego Romero junto a la placa de la inauguración del edificio, porque se lo merece.
Fernando y familia, que honra más grande ser descendientes de esa gran persona, valverdeño y artista como fue Don Diego Romero por mucho que a esos innombrables les pese.
Menos mal que la biblioteca tiene ya su nombre porque yo me imagino el de "Ruta de la sierrra".
Señores a ver si echais coco que ya llevais un par de años calentando asientos y comiendo y bebiendo del presupuesto.
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